BASILIO DE SALAZAR
(MÉXICO, ACT. PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVII)
EL BAUTIZO DE SAN AGUSTÍN POR SAN AMBROSIO
Óleo sobre tela
Con leyenda en la parte inferior izquierda "Basilio de Salazar fecit 1656 / Fco Edudo 3guerras reformó y retocó en 1832"
Detalles de conservación y repintes. Reentelado
196 x 123 cm
Basilio de Salazar fue un pintor activo hacia el segundo cuarto del siglo XVII. Existe poca información sobre su vida y obra; sin embargo, es posible encontrarlo referido en los libros de Manuel Toussaint y Abelardo Carrillo y Gariel sobre la pintura novohispana, así como en el breve estudio que Xavier Moyssén dedicó al artista. Los autores dejan ver que, dada la magnitud de los trabajos que le fueron encomendados, los espacios para los cuales pintó y la manera en que sus contemporáneos se refirieron a él, se trató de un artista de relevancia en Nueva España durante el siglo XVII.
Fray Agustín de Betancourt, contemporáneo de Basilio de Salazar, narró en su Crónica de la Provincia del Santo Evangelio la existencia de cuadros de este autor en el retablo mayor de la iglesia de san Francisco en la Ciudad de México. Betancourt menciona que Salazar, a quien reconoce como "afamado" artífice, pintó para el templo franciscano los misterios de Cristo y la Virgen, así como "una hermosa imagen de N. P. S Francisco y otra […] de la Concepción de Nuestra Señora y un Santo Cristo".
De igual manera, se tiene noticias de algunas obras firmadas por el autor: una Exaltación franciscana de la Inmaculada Concepción, fechada 1637, en el Museo Regional de Querétaro; una Misa de san Gregorio, fechada 1645, dentro del Oratorio de san Felipe Neri, en León, Guanajuato; un Éxtasis de san Francisco en el Museo de Guadalupe, Zacatecas; entre otras.
En cuanto a la temática de esta obra, representa el momento en el que el obispo de Milán, san Ambrosio, quien se muestra aquí con los atributos propios de su cargo: mitra, báculo y capa pluvial, bautizó a san Agustín, el 24 de abril del año 387. Así, inclinado hacia la pila bautismal, y con las manos en gesto de oración, Agustín recibe el agua bendita de manos del obispo, quien reza el Te Deum. San Ambrosio comienza el himno pronunciando "Te Deum Laudamus" (A ti, Dios, te alabamos) y san Agustín responde "te Dominum confitemur" (a ti, Señor, te reconocemos), como lo revelan las filacterias parlantes que salen de sus labios. Uno de los ángeles de la parte superior sostiene un arpa, por lo que podemos imaginar la atmósfera musical que buscó evocar el pintor. Detrás de san Agustín aparece su madre, santa Mónica, dirigiendo su mirada hacia el cielo y en el primer plano aparece un monaguillo que, como festaiolo, observa directamente al espectador y nos introduce a la escena.
Fuentes: Abelardo Carrillo y Gariel, Autógrafos de pintores coloniales (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1972), 104.
Manuel Toussaint, Pintura Colonial en México (México: Imprenta Universitaria, 1965), 82.
Xavier Moyssén, "Basilio de Salazar, un pintor del siglo XVII", en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas XIII, no. 46 (1976), http://www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/1054/1041 (consultado el 17 de febrero de 2023).
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