FRAY MIGUEL DE HERRERA
(SANTA CRUZ DE TENERIFE, ESPAÑA, 1696 - MÉXICO, 1765)
LA ANUNCIACIÓN
Óleo sobre tela
Firmado y fechado " Ft. Miguel de Herrera, Agustiniano f... 1733"
Detalles de conservación y repintes
187.5 x 116 cm
Fray Miguel de Herrera, activo en la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XVIII, ocupa un lugar particular en la historia de la pintura novohispana. Como fraile agustino y artista, su producción se inserta dentro de una práctica devocional en la que el arte fungía como un vehículo de contemplación y enseñanza espiritual. A diferencia de otros pintores contemporáneos que trabajaban en el dinámico entorno comercial de la Nueva España, Herrera realizó su obra principalmente para su propia comunidad religiosa, la Agustina, imprimiendo a sus composiciones un carácter íntimo y meditativo.
Su aproximación a los temas sagrados revela una estética de contención y recogimiento. Frente al dramatismo y exuberancia que caracterizó el barroco, Herrera privilegió la serenidad formal, la moderación cromática y el énfasis en los gestos contenidos. El trazo firme, las figuras robustas y la composición estructurada evocan tanto la solidez doctrinal como la serenidad emocional buscada por la espiritualidad agustiniana en el contexto de la Reforma católica.
En este marco se inscribe su representación de La Anunciación. La escena, que narra el instante en que el arcángel Gabriel anuncia a María su papel como Madre de Dios, aparece en la obra de Herrera desprovista de dramatismo: el diálogo visual entre los personajes se presenta en un espacio sobrio, iluminado por una luz tenue que sugiere revelación más que espectáculo. La Virgen, recogida y firme, asume su destino con una serenidad que convierte la escena en símbolo de aceptación interior. Los atributos tradicionales —el lirio, el libro, la paloma— se integran con discreción, subrayando el mensaje teológico sin distraer del núcleo espiritual.
La pintura no solo reproduce un episodio bíblico, sino que propone un modelo de virtud para la comunidad religiosa, en especial para las mujeres consagradas, al destacar la humildad, la obediencia y la sabiduría de María. En su tratamiento de la figura femenina, Herrera evita idealizaciones sentimentales y apuesta por una representación sobria y digna, en sintonía con el pensamiento agustiniano y la retórica visual del último barroco novohispano.
Fuentes consultadas: Bailey, Gauvin Alexander. Art of Colonial Latin America. Phaidon Press, pp.236-247, 2005.
García Sáiz, María Concepción. Pintura de los siglos XVII y XVIII. Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, pp. 146-153, 1992.
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