Lizardo, Anton. The Port of Veracruz and Anchorage. London: Published according to Act of Parliament at the Hydrographical Office of the Admiralty, 4th april 1825.
Plano grabado, 63 x 80 cm.; hoja completa, 67.5 x 84.5 cm. With additions made by order of Capt. Sir John Phillimore R. N. C. B. in 1824.
Sir John Phillimore (1781 - 1840) fue un destacado oficial de la marina inglesa, participó en diversos conflictos armados a lo largo de su carrera.
Anton Lizardo es una localidad y puerto veracruzano, ubicado entre el arrecife Chopas y Punta Coyal, tiene una profundidad de entre 12.8 y 20.1 metros, lo que lo convierte en un puerto viable para el anclaje de barcos y el intercambio comercial.
Durante la Guerra de Reforma, Veracruz sufrió tres sitios militares por parte del ejército conservador liderado por Miguel Miramón, en 1858, 1859 y 1860; destacando este último por incluir en el conflicto a Estados Unidos. Ante el establecimiento de Benito Juárez en Veracruz, Miguel Miramón envió a Tomás Marín a Cuba para adquirir dos embarcaciones que le permitieran bloquear las comunicaciones terrestres y marítimas. El anclaje fue en la bahía de Lizardo, sin embargo, no previeron que Estados Unidos enviaría un escuadrón en apoyo a Juárez para capturar a la tripulación de los buques conservadores, obligando a Miramón a levantar el sitio y regresar a la capital del país.
Existen varias historias en torno al origen del nombre de este puerto, entre los lugareños se dice que el nombre se debe a un pirata español, Antonio Lizardi, quien fuera una especie de Robin Hood, pues robaba a los saqueadores europeos que se dedicaban a llevarse la riquezas de la nación. Aprovechó la estratégica ubicación del puerto para establecer una red de túneles con su tripulación en la que resguardaba el botín de sus asaltos, por supuesto los túneles se encontraban escondidos. Se dice que en una ocasión dichos piratas y su capitán Lizardi, fueron perseguidos y obligados a refugiarse en su escondite, el cual no pudieron abandonar pues sus contrincantes prendieron fuego a la entrada de los túneles y los alrededores. Los perseguidores intentaron ingresar a los túneles una vez consumido el fuego, pero no lograron salir, quedando así sellados hasta nuestros días.
Al respecto existe una leyenda, en la que un indigente que vivía entre las ruinas fue llevado a la entrada de un túnel por un pirata, el indigente vio a muchas personas descarnadas, esqueletos rodeados por doblones de oro, de los cuales el pirata que lo llamó compartió con él una olla de barro. Al día siguiente todas las riquezas le fueron robadas, incluso hubo intentos de volver a entrar a los túneles para conseguir más oro, pero a medida que intentaban ingresar más en los túneles, éstos sufrían derrumbamientos.
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