PAÍS DE PERSPECTIVA CON FLOREROS Y FRUTEROS
CONTEXTO HISPÁNICO, CA. 1675-1710
Óleo sobre tela
Detalles de conservación
185 x 68 cm
Con el arranque del siglo XVII, la representación de jardines y flores cobró una presencia cada vez mayor en diversas latitudes del mundo occidental. En Flandes, abundó su figuración en estampas, textiles, pinturas, cerámica y mobiliario, objetos ampliamente difundidos y consumidos en los territorios de la Monarquía Hispánica. A lo largo del siglo XVII, los jardines y flores se hicieron cada vez más presentes en las composiciones visuales de temática civil y religiosa a manera recursos iconográficos y elementos ornamentales, obteniendo como resultado, magníficas obras que resumieron la influencia de las tradiciones francesa y de los territorios nórdicos, convirtiéndose en un punto de encuentro de diversas manifestaciones culturales, vertidas en la representación de espacios de naturaleza cultivada. En el caso español y de las escuelas de pintura peruana, sobreviven ejemplos de paisaje, países, vistas y naturalezas anteriores al siglo XVIII y en el caso novohispano fue hasta 1687 que las ordenanzas de pintores de la Ciudad de México consideraron y pormenorizaron estos géneros.
En el caso de esta obra titulada "País de perspectiva con floreros y fruteros", los especialistas se han inclinado a pensar que su factura se ubica en mundo hispánico, bien en el peninsular o en el novohispano de finales del siglo XVII, siendo realizada probablemente entre los años de 1675 y 1695 dada la presencia de algunos elementos entre los que se encuentran búcaros de Tonalá, floreros de plata distintivos de los talleres novohispanos, así como cerámica y porcelana española del siglo XVII; todos ellos difundidos en los dominios hispánicos a través del comercio trasatlántico. A ello habría que sumar la indumentaria de los personajes, que corresponde a la moda imperante durante el último periodo de gobierno de Carlos II y es posible ver replicada en obras como la Vista de la Plaza Mayor de México, de Cristóbal de Villalpando.
En cuanto a la imagen central, se trata de la vista de un jardín, trabajada mediante la estrategia denominada "composición múltiple", la cual supone el uso de varias estampas como modelo para dar origen a una formulación visual original e idealizada, conocida también como capriccio. En este sentido, la obra combina imágenes de jardines y paseos propios del contexto europeo, con énfasis en la presencia de fuentes de agua del norte del continente. En suma, se trata de un país idealizado, acompañado de dos profusos bodegones. De tratarse de un cuadro realizado en la Nueva España, podría considerarse como un caso singular y temprano, ya que los ejemplos pictóricos hasta ahora conocidos datan del siglo XVIII. De ser así, la presencia tanto de la vista de jardín como de las naturalezas muertas resultaría muy significativa, ya que no se conocen otros ejemplares novohispanos que reúnan ambos temas.
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