PAR DE CAPRICHOS ARQUITECTÓNICOS (VENECIA Y CAMPO VACCINO, ROMA)
ITALIA, SIGLO XIX
Óleo sobre tabla
Detalles de conservación. Desprendimientos de capa pictórica
31 X 24 cm
Hacia fines del siglo XVII, el capricho se consagró como género pictórico por derecho propio; variante de la veduta, derivó en imágenes de paisajes arquitectónicos con la presencia de ruinas añadidas al entorno. Al evadir la imitación naturalista se configuró la poética del Clasicismo frente al Racionalismo ilustrado. Se trataba de una obra producto del instinto de su creador, quien realizaba un paisaje con elementos tanto reales como imaginados. Entre los intelectuales que contribuyeron al desarrollo de este interés, destaca Athanasius Kircher, s.j., uno de los grandes representantes del enciclopedismo del siglo XVII. Más allá de sus intereses esotéricos, el jesuita estudiaba las descripciones bíblicas de las grandes arquitecturas y las representaba de acuerdo con la tradición estilística de su tiempo.
[...] Por lo que concierne al capricho arquitectónico, el investigador Giancarlo Sestieri hace coincidir su nacimiento con Viviano Codazzi, quien concilió una profunda erudición con una atenta observación de la realidad. La prevalencia de construcciones de fantasía basadas en las ruinas romanas se distinguió de la tendencia de 1600 porque, en una paráfrasis de las palabras de Sestieri, con Codazzi hubo un cambio en la representación escenográfica de la perspectiva que viró a una apariencia corpórea y objetiva. Otro gran intérprete fue Pannini, quien llegó a Roma hacia 1711 y destacó por su perspicaz inventiva aplicada a la Antigüedad Clásica de la Ciudad Eterna. A partir de 1718 transformó su lenguaje para convertirse –en palabras de Sestieri– en un icono emblemático del capricho arquitectónico. En la segunda década del siglo xviii hubo otros eventos decisivos para el desarrollo del género en Roma. En 1719 llegó a la capital italiana Giovanni Antonio Canal, el Canaletto, quien tuvo la oportunidad de apreciar los trabajos de Giovanni Ghisolfi y Gaspar van Wittel, quienes determinaron su vocación como pintor de vedute y caprichos. Sus ruinas, que aparecen borrosas, como si fungieran de telón de fondo, se distinguen de las de su sobrino Bernardo Bellotto, quien destacó por una fuerte consistencia en el que los rasgos arquitectónicos aparecen más marcados.
[...] Al recorrer la evolución del concepto se descubre que más que un género específico, el capricho fue una actitud, un sistema de prescripciones autónomas y subjetivas en el que el artista tiene el dominio al obedecer a su estro.
Francesca Conti, “El capricho: la tradición de romper el canon”, en Caprichos arquitectónicos, Revista del Museo Soumaya, Mayo, 2021. pp. 4-17.
Available payment options