PELEGRÍN CLAVÉ
(BARCELONA, 1810-1880)
RETRATO DE DAMA
Óleo sobre tela
Firmado y fechado "P. Clavé 1850"
Detalles de conservación y repintes
46.5 x 40 cm
Retrato e identidad burguesa:
Desde su llegada a México en 1846, Pelegrín Clavé se convirtió en el retratista más solicitado por las élites de la Ciudad de México, su fama apenas se vio opacada por la presencia en la capital del artista francés Édouard Pingret, entre 1851 y 1855. [...] En la III Exposición de la Academia de San Carlos, celebrada en el paso de 1850 a 1851, Pelegrín Clavé (1810-1880) presentó en una sala exclusiva para su producción 11 retratos. Se trató de una galería de figuras destacadas del México de mediados del siglo XIX en el ámbito político, social y, sobre todo, económico, que formaban parte de la élite comercial y empresarial vinculada a la minería, las importaciones, las comunicaciones, el espectáculo, el comercio de la sal, el azúcar, el tabaco y el algodón; además del crédito y la especulación. [Para ese entonces] el género del retrato se consolidó como una de las operaciones políticas más exitosas por parte de la clase empresarial para lograr una imagen de distinción social y capital simbólico [...].
[Así], la emergente burguesía continuó retratándose y los artistas adecuaron sus sistemas de representación para satisfacer sus demandas. Para el siglo XIX el retrato era sin duda el género burgués, tanto que el crítico de arte Théodore Duret afirmaba en 1867 que "el triunfo del arte de la burguesía es el retrato". Su triunfo era el "derecho a la imagen", antes reclamado como privativo de las élites monárquicas, aristocráticas y eclesiásticas en las sociedades estamentales y que entonces, con su paulatino poder económico y político, podían detentar. La creciente demanda de retratos llevó a Clavé y a Pingret a desplegar todas sus habilidades plásticas para ennoblecer a la emergente burguesía en busca de una identidad de clase, pero sobre todo de una imagen de distinción que el retrato y el coleccionismo [...].
Ya sea por el feliz equilibrio que lograba en sus obras entre la exactitud física del modelo y la idealización a la que era sometida, pero sobre todo porque sabía satisfacer las diferentes expectativas de su clientela, Pelegrín Clavé fue el retratista más solicitado de la burguesía mexicana entre 1848 y 1868 en la Ciudad de México. Su prestigio en este género sólo se vio opacado, brevemente, por Édouard Pingret durante su estancia en México (1850-1855) y más tarde por Juan Cordero. Con todo, la producción retratística de ambos se convirtió en el paradigma a seguir por los artistas de las generaciones siguientes. De las figuras representadas por Clavé se emularon las poses elegantes, los fondos con cortinajes o jardines, las ricas texturas de las telas y los pliegues lustrosos.
Fuente: Velázquez Guadarrama, A. (2022). Retrato e identidad burguesa. Pelegrín Clavé y Édouard Pingret en México, 1850-1851. Anales Del Instituto De Investigaciones Estéticas, 44(120), 9-38.
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