Madrid: Imprenta de Pedro Marin, 1778. 4o, marquilla, 19 + 262 p. Frontispicio, grabado de escudo de armas de Carlos III de España. De frontispicio a página 11, con manchas de humedad en margen superior. Encuadernado en pasta dura, en piel. Palau: 255843. Con este reglamento se pone fin al monopolio de comercio que mantenían las ciudades de Cádiz y de Sevilla con la América española, permitiendo, por primera vez, participar a otras ciudades. También incluye el texto de las concesiones otorgadas a Luisiana. Entre 1765 y 1776 el gobierno reformador de Carlos III desmanteló el marco restrictivo del comercio colonial que tenían ya siglos de antigüedad. Los aranceles se redujeron, los monopolios de Cádiz y Sevilla se abolieron, se abrieron rutas de comercio entre los puertos de España y el Caribe y se autorizaba el comercio intercolonial por vez primera. En 1778, el comercio libre se extendió a Buenos Aires, Chile y Perú, pero el comercio de América no pudo responder con la suficiente rapidez a las fuerzas externas: se mantuvo esencialmente subdesarrollado y hambriento de inversiones, abierto a las importaciones, pero por debajo de las exportaciones. El resultado era predecible: una salida incontrolable de lingotes, uno de los pocos productos americanos para los que había una demanda mundial constante. El presente reglamento fue, sin embargo, uno de los documentos más progresistas de la España del siglo XVIII en cuanto a libre comercio.