TABAQUERA MÉXICO, CA. 1822 Elaborada en oro de 18 quilates Con quintos de localidad, impuesto fiscal y ley Anverso: Esmalte blanco con Orden Imperial de Guadalupe de Primera Época. Rubí, diamante y esmeralda en corte baguette a manera de bandera con guirnalda de laurel. Incrustaciones de diamantes en corte de tres facetas y corte media rosa holandesa con remate en plata de águila sobre nopal con banderines Reverso: Decorado con motivos orgánicos y heráldicos de Castilla y León en plata Referida y dedicada al interior: "A Vmo. Carisimo Ymperat. Const. / Dnmo. D. August. de Yturbide / mag Magister N. O. ágno D. N. S. G. M. A. ad bonium Ymp. et omm. / Duces mag Cruc. / Mex. Y dib. Decmber. / MDCCCXXII" Traducción: "Al muy venerable y queridísimo Emperador Constitucional / Dignísimo Don Agustín de Iturbide / Gran Maestre en el nombre de Nuestro Señor / al Señor Emperador y a todos los Grandes Maestres de la Cruz / México, en el mismo día de diciembre / 1822" Detalles de conservación En estuche 1 x 8 x 5.5 cm Agradecemos al Mtro. Abraham Villavicencio por la verificación de esta obra en Noviembre de 2025 Este lote no puede ser enviado fuera del país por sus características, por lo que le pedimos que por favor lo considere. Si tiene dudas al respecto, puede consultar directamente con el departamento. Entre los siglos XVI al XVIII en España y América, la vestimenta y las joyas eran elementos esenciales para proyectar la imagen ante la sociedad. A través de ellos, el portador transmitía de forma clara su posición económica y social, ya que solo algunos grupos podían acceder a ciertos objetos. Durante el Primer Imperio Mexicano, entre las alhajas más comunes se encuentran los relojes de bolsillo con elegantes cadenas, las tabaqueras y cajas de rapé, finamente elaboradas en oro, plata, nácar o esmalte. También portaban sellos personales para lacrar documentos, y especialmente los hábitos o encomiendas. La tradición de las encomiendas comienza en México durante el Primer Imperio, con la Orden Imperial de Guadalupe que, a dos meses de firmada el Acta de Independencia, queda instituida por la Junta Soberana el 18 febrero de 1822 a petición de Agustín de Iturbide, manifestando que formarían parte de la Orden quienes: “(...) han tenido la consideración debida al verdadero mérito, y acciones magnánimas con que muchos dignos hijos de este suelo se distinguieron con su valor, talento y virtudes cívicas, para conseguir la grande obra de su emancipación, y cimentar las bases de la felicidad pública, consolidando un gobierno moderado, equitativo y justo, que conduzca al más alto grado la prosperidad de todos los ciudadanos y la general del Imperio”. La Orden Imperial fue asignada con el nombre de la madre de Dios “Guadalupe” porque, además de haber sido declarada protectora del Imperio, se reconoció como la devoción que profesaban los mexicanos configurándose como signo de su unidad. Es así que la iconografía elegida para la encomienda lleva la imagen de la Virgen de Guadalupe al centro sobre una cruz de malta con puntas boleadas y un resplandor rodeado de una corona de olivo, la leyenda "Independencia - Unión - Religión" y un remate a manera Águila Imperial. Esta tabaquera reúne diversos elementos que la convierten en un accesorio de lujo, un objeto de vertú, a la vez que es un testimonio de los obsequios que se otorgaban a los gobernantes. Al interior, la leyenda que se dedica al Emperador Agustín de Iturbide y a los “Grandes Maestres de la Cruz”, revela el estrecho vínculo entre las élites de la época y la importancia de este tipo de objetos dentro de la aristocracia de la emergente nación. La iconografía, sumamente patriótica, destaca el papel de Iturbide como Emperador y libertador al presentar una alegoría de la independencia: un par de globos terráqueos con la cadena que los unía, ahora quebrada; haciendo referencia a los hemisferios oriental y occidental que solían estar unidos bajo la corona española. Con un fino trabajo de filigrana, incrustaciones de plata y diamantes junto con una esmeralda y un rubí, esta pequeña caja concentra elementos que la vuelven única. Destaca la porcelana con la imagen de la Orden y el Águila Imperial, así como las marcas de punzón en la parte inferior, con sutiles diferencias a las marcas de plata: el sello de localidad, de impuesto fiscal, así como de ley (18 quilates), y la singularidad de un águila real —propia a la producción mexicana de oro durante el Primer Imperio. Fuentes consultadas: TORALES, María Cristina. La Imperial Orden de Guadalupe, precedente de las primeras corporaciones masónicas del México Nacional. En Masonería y sociedades secretas en México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de investigaciones Jurídicas, México, 2018. ZÁRATE Véronica. Tradición y modernidad: La orden imperial de Guadalupe. Su organización y sus rituales. En Historia Mexicana, 1995.
