RETRATO DE NIÑA MUERTA MÉXICO, SIGLO XIX Óleo sobre tela Detalles de conservación 49 x 64 cm La evocación de las almas dio pie a plasmar el rostro dulce de la muerte. ¿Quién es más dulce que la Virgen? ¿Qué alma más pura? ¿Qué tránsito más celebrado? En la Leyenda dorada se describe la despedida y dormición de la Virgen María, es decir, la manera en que la madre de Dios ascendió en cuerpo y alma a los cielos sin pasar por la muerte. Esta narración permite reconocer paralelismos entre las representaciones de este episodio con la despedida de los finados infantes en la tradición pictórica europea. En la tradición católica cuando mueren los pequeños que han recibido el bautismo y que “no tienen uso de razón”, se dicta que sus funerales no deben estar plagados de desconsuelo.El desazón indescriptible de perder un hijo se sublimaba mediante el ritual de perpetrar su imagen, ya sea retratándolo al óleo o fotográficamente para lograr una catarsis y, al final, la atesorada resignación. En la historia del arte mexicano, encontramos ejemplos de esto en pinturas del siglo XIX e incluso en representaciones fotográficas pertenecientes al siglo XX. Retratos resultado de este rito se identifican por mostrar al infante como si estuviera dormido y su realidad de fallecido únicamente se indicaba exaltando su inocencia y su apacibilidad. Fuente: Verónica Gómez Martínez. Artes de México. Recurso electrónico consultado el 1 de junio de 2022 Aceves, Gutierrez, “Imágenes de la inocencia eterna”, Artes de México. El arte ritual de la muerte niña, núm. 15, segunda edición, 1998