VIRGEN DE LA SOLEDAD
PUEBLA, SIGLO XVIII.
Firmada: "Berrueco F."
Óleo sobre tela
Detalles de conservación
61 x 51 cm
Durante la época virreinal fueron frecuentes las pinturas que representaban otras imágenes, generalmente escultóricas. De manera amplia se consideraron “copias”, “retratos”, “veras efigies” y en ocasiones “simulacros” de dichas imágenes. Por ende, numerosos pintores solían representar esculturas que tenían un alto valor simbólico entre los feligreses, muchas veces sobrepasando el culto y convirtiéndose en “imágenes de gracia”, es decir, “aquellas a las que los devotos acudían” […].
Estas obras, también conocidas como “cuadros piadosos”, plasmaban imágenes esculpidas de vírgenes, cristos y santos, fueron uno de los temas abordados por los grandes pintores novohispanos, quienes reproducían las figuras religiosas de los templos, a petición de los devotos que querían tenerlas en su casa. Un texto escrito por Juan de Interián de Ayala en 1782, alude a la forma de vestir la imagen de la Soledad:
“Se pinta demasiado frecuentemente a la Bienaventurada Virgen María, privada ya de su Hijo después de haberlo sepultado, a la manera como en la época de nuestros antepasados se vestían las viudas nobles. Verás allí todo el cuerpo de la Virgen revestido con negros ropajes que cubren otros más delgados hechos de tela de lino blanco; de suerte que se la contempla no sólo vestida así desde el cuello hasta los pies sino también ceñidos los brazos que, juntos ante el pecho, muestran los dedos de las manos de modo complicado; incluso se le coloca delante del rostro, cubriéndolo, un velo de seda trasparente que le baja hasta los pies. Y finalmente se le pone insensatamente un rosario colgado del cuello. No son estas cosas tan santas para tomarlas a broma sino para ser tratadas con la debida reverencia; pues al menos los más doctos las reputan no solamente alejadas de la verdad histórica y de la fe, sino además de la piedad sólida y de la conveniente dignidad. Ni se puede objetar que de este modo se representa mejor que con otro alguno la tristeza y el dolor de la Virgen, pues se la compara con una viuda angustiada y llorosa por la muerte de su marido o de su hijo. Yo no soy de esta opinión...”.
Fuentes:
Paula Mues Orts, “Verdarero retrato de talla de Cristo Crucificado”, en Pintado en México, 1700-1790: Pinxit Mexici, (México: Fomento Cultural Banamex, 2017), 450.
Interián de Ayala, Juan de (1782), Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 6 de abril de 2022.
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