MARTIRIO DE SAN ESTANISLAO OBISPO MÉXICO, SIGLO XVIII Óleo sobre tela Con inscripción en cartela: “San Stanislao Obispo, y M. Patron Jurado contra las tempestades en este Convento de N.S. de los Dolores de Religiosos Augustinos de esta Ciudad de Queretaro año de 1747. Detalles de conservación. Perforaciones en lienzo y desprendimientos de capa pictórica 141 x 105 cm Ordenado sacerdote en la catedral de Cracovia, Estanislao se convirtió en el brazo derecho del obispo, dándose a conocer inmediatamente por su conducta austera e irreprochable: hacía penitencia, pasaba mucho tiempo leyendo y meditando las Escrituras. A la muerte del obispo fue elegido y consagrado como su sucesor en 1072 por orden del Papa Alejandro II, aunque Estanislao no lo deseaba. No dudó ni siquiera en reprochar públicamente al rey Boleslao II, que en público era un valiente líder contra los rusos, pero en privado era un licencioso y violento criminal. Las relaciones entre los dos estaban destinadas a romperse. En un principio, Boleslao prometió al obispo que cambiara su conducta inmoral, pero su compulsión hacia el mal fue demasiado fuerte. Un día decidió secuestrar a la bella esposa de un noble para satisfacer sus bajos instintos y por ello Estanislao lo amenazó con la excomunión. Para evitar a Boleslao, Estanislao mismo celebraba fuera de la ciudad (de Cracovia), en la iglesia de San Miguel. Fue allí donde lo sorprendió la venganza del desequilibrado soberano. Los guardias, a quienes se les ordenó matarlo, cayeron al suelo por una fuerza misteriosa. Entonces fue el propio rey quien desenvainando su espada mató al pobre e indefenso obispo. Su odio fue tal que lo despedazó y lo dispersó en los campos. Los fieles recogieron (y honraron) los miembros del cuerpo martirizado: para ellos Estanislao ya era un santo, aunque no fue oficialmente canonizado hasta 1253 por Inocencio IV.